sábado, 12 de septiembre de 2009

Uno.-

14 de junio:

Se despertó temprano esa mañana, era día sábado, y los sábados solía dormir hasta tarde, sin embargo aquella mañana, una mañana exquisita, sentía que debía saborearla desde el principio.
Tomó desayuno a las 8:30, dos tostadas, té, jugo natural, un huevo con dos tiritas de tocino; típico desayuno gringo, pensó.
Tenía que ver a Teresa y Mariana a las 14:30, las acompañaría al mall a comprarse vestidos para la gala del trabajo que era en dos semanas más. Luego se iría con Mariana a un café, por que quedaron en que Mariana le contaría lo que había pasado entre ella y Pablo el viernes pasado.
Luego tendría que volar a su departamento y cambiarse para salir con Pedro, el mejor amigo de Pablo, y copuchar acerca de Pablo y Mariana, y lo que había contado Pablo sobre ella.
Finalmente tenía que ir a comprar un par de cosas a Casa Royal, y luego a la fiesta de Pablo, donde iban a estar los cinco. Y podían aclarar todo.
-Va a quedar la cagá'.- pensó y se fue a la ducha.

Estuvo viendo caricaturas toda la mañana, le encantaban los Padrinos mágicos y Bob esponja. Era fanático de la serie Avatar y odiaba ver cómo Hannah Montana movía tanto la boca para hablar, aún así, la veía.

Estuvo aproximadamente una media hora eligiendo que se pondría para ver a Teresa y Mariana. Era un día hermoso, pero no quería usar shorts, por que no tenía zapatillas que combinaran.
Decidió ponerse sus Converse azules, con una polera que combinara, y sus jeans favoritos, y exactamente a las dos en punto, partió.

Tomó la micro, y se sofocó. Ojalá me hubiera puesto los shorts, dijo, y se bajó. Caminó hacia el metro, y allí dentro iba mucho mejor, más espacioso, y más fresco, después de todo, toda la ruta era por la parte alta del metro.

-No! Muerete, está hermosísimo.- dijo Mariana al ver el vestido de Teresa.
-Creís?
-Si, todo el rato, está muy lindo.- le replicó.
-Luis, tu siempre decís que los vestidos están lindos, una mínima crítica.
-Querís que te critíque.- dijo Luis en tono de amenaza.
-Dame tu mejor golpe.
-En el rojo, parecías putita, con el azul, me recordabas a la directora del colegio, en el verde, se te veían las tremendas pechugas, con éste rosado, te ves bien.
-No dijiste eso.- le dijo Mariana.
-Lo dije ya!.- dijo Luis mientras reía.

Teresa se quedó mirándolo con una cara de odio, y le dijo específicamente a Mariana que se llevaba ese.

-Ahora te vas a enojar conmigo?.- decía Luis.- Lo encuentro ridículo, sabes que no era verdad.
-Ok Marianita, me tengo que ir.- le dijo y le dio un beso en la cara.
-Me fui al chancho?
-Al chancho, al caballo, a la granja entera huevoncito, pero descuida, ya se le pasará.- le dijo Mariana y tomaron la micro para ir al café.

-Entonces, cuentame.- le dijo Luis en el café.- Que pasó entre tú y el Pablito.
-Ok yo te cuento, no pasó nada!.
-Cómo que no pasó nada?! Osea, que se hayan quedado los sostenes allá, es mera coincidencia.
-La polera me apretaba, y me los saqué, los deje en el baño, y se me quedaron ahí.
-Si claaro.
-Pero si es verdad, Luis, que te acuerdas tú.
-Yo recuerdo que estabamos bailando, y tu y él se fueron al patio de la casa, y no los volví a ver más, por que yo me tenía que ir.
-Ok, esto es lo que pasó. Me llevó al patio, y no pasó nada más.
-Claaro.
-Pero si no pasó nada!.- dijo tomando su cartera y se fue bastante molesta.
Y ahora todo el mundo anda sensible, pensó Luis y se fue a su departamento de nuevo.

Cuando llegó allí, eran las 15:30; se sintió cansadísimo, y se estiró en su cama. Sólo cinco minutitos, dijo, y sin darse cuenta se durmió.

Eran las 19:30, y abrió los ojos.
-El Pedro !.- dijo y saltó al ropero a ponerse lo que fuere.

-Aló Pedrito!?... Si disculpa, si se que hace dos horas debería haber estado allí... cómo?... bueno... perdón... pero si te estoy pidiendo disculpas!... aaah, lo que tu quieras...- dijo y cortó.- Ahora todo Santiago está con la regla, no sé con que cara me voy a meter a esa fiesta. Teresa, Pedro y Mariana están enojados, y con Pablo me llevó como el perro y el gato, de hecho, puedo admitir, que me odia.

Con todo eso, aún así entró a la ducha, y se cambió de ropa para ir a la fiesta.
Cuando entró allí, tenía miedo, y no sabía que pensar. Hasta que vio al grupito, Mariana coqueteando con Pablo, y Teresa conversando con Pedro.
De pronto todas las miradas se posaron en él. Debía salir corriendo?, no, hubiera sido un cobarde.
Tal vez una disculpa arrodillado?, no, era demasiado orgulloso cómo para hacerlo.
Se acercó y de pronto, los cuatro le dieron la espalda. Se sentía horrible, no sabía que hacer.
Salió al patio de la casa, y se quedó sentado en un pedazo de tronco que había, mirando la luna, con los tambores de la música retumbándole en el oído.

No notó cuando la sombra llena de ira se le acercó por la espalda, y lo último que sintió fue el golpe en la nuca que le quitó la vida...

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