lunes, 13 de abril de 2009

Tres


...Loretta vuelve taconeando muy fuertes sus zapatos.

-Que raro, Melisa no estaba en la recepción.

-Uy!, entonces me confundí- respondió Samanta para arreglar la mentira.

Loretta sonrió.

-Bueno Raúl, como te dije, vuelves a venir así de negro, y te juro que te decapito. No I'm just kidding, pero si me voy a enojar. Ya oh!, me voy que tengo que mandarle los diseños a Vancouver a las dos en punto. Y tu Samanta, anda a trabajar!- Se va.

Y de nuevo estaba ahí, los dos juntos, solos, Samanta solo quería besarlo, pero no se podía ahí, si había peor "centro de madres" era esa agencia, tarde o temprano, todo se sabía y todos sabían.

Samanta sonrío y se fue a su oficina, con una sensación extraña en su estómago, no salió de ahí hasta que tuvo que irse, y trato de irse de las últimas, para no toparse con Raúl, porque no sabía si podía resistir la tentación de besarlo, de tocarlo, de hacerlo suyo.


Siete y media de la tarde, Samanta se para de su oficina, ya no queda nadie en la agencia, toma sus cosas, y se marcha, enciende su Maruti, y se va por la Alameda hacia el oriente, hasta llegar a Providencia, y llegar a su esperado departamento. Era acogedor, y siempre le agrado, era como un espacio de aire fresco en el tóxico Santiago. Sube al séptimo piso, toma sus llaves... sus llaves...

-Puta que soy güeona, se me quedaron en el auto.
Baja los siete pisos en ascensor, vuelve a su auto, y ahí estaba él...

No hay comentarios: