14 de junio:
La despertó el celular, tenía un mensaje de Pablo: "la pac genial la otra noch, tqm cuidat", decía. No lo tomó en cuenta, y siguió durmiendo. Se pasó de largo en la hora, y se despertó a las una con veinte minutos.
-Por la mierda!, llego tarde al mall!.- dijo saltando practicamente de la cama.
Se duchó, se vistió y partió en menos de treinta minutos, ni ella sabía cómo lo había hecho tan rápido. Y sin embargo, llegó de las primeras, aunque Teresa no tadró en llegar.
-Entonces, dime, pasó algo entre tu y Pablo huevona?.- le preguntó Teresa.
¿Le decía la verdad? No, imposible, la podrían tratar de puta, y jamás querría aparentar eso, aunque haya pasado absolutamente de todo con Pablo. Hace tiempo que le tenía ganas, y Pablo siempre le repetía que se la iba a comer algún día, y ese día realmente se la deboró.
-No pasó nada, puedes apostarlo galla.- dijo Mariana.- Conversamos un rato en la oscuridad.
-Está bien, te creo.
-De que color quieres tu vestido?.- preguntó Mariana.
-Creo que quiero uno más oscuro, pero tampoco que me haga pasar desapercivida, que sea alumbrado, pero que no paresca una lámpara, algo amarillo talvez.
-Oook.- dijo tratando de aparentar que entendió lo que su amiga había dicho.
Siempre pensó que Teresa era rara, y que tenía algun problema sicológico, pero ella estaba tranquila con eso, y de hecho, por el cariño, nunca la dejó de lado, aunqe eso no quitara que la encontrara extraña.
-Mira, ahí llega Luchin.- dijo Teresa.
Cuando lo vio bajarse de la micro, la saludó con una sonrisa. Sabía que estaba siendo sínica, pero, no quería generar malas vibras en el trabajo; por muy mal que le cayera Luis, y lo mucho que lo llegaba a odiar de vez en cuando, la integridad de la oficina estaba primero.
Mariana no se quiso probar vestidos, se encontraba gorda, y no quería pasar verguenzas frente a Luis, y menos frente a él, que era absolutamente burlesco y antipático.
-No! Muerete, está hermosísimo.- dijo Mariana al ver el vestido de Teresa.
-Creís?
-Si, todo el rato, está muy lindo.- le respondió Luis.
-Luis, tu siempre decís que los vestidos están lindos, una mínima crítica.- dijo Teresa.
-Querís que te critíque.- dijo Luis en tono de amenaza.
-Dame tu mejor golpe.
-En el rojo, parecías putita, con el azul, me recordabas a la directora del colegio, en el verde, se te veían las tremendas pechugas, con éste rosado, te ves bien.
-No dijiste eso.- le dijo Mariana.
-Lo dije ya!- dijo Luis mientras reía.
Y ahí estaba el Luis antipático, había aflorado finalmente, no quiso decir nada, para no formar malas vibras, pero bien en el fondo, pensaba en asesinarlo.
-Me llevo éste Marianita.- dijo Teresa y entró a un mostrador.
-Está bien amiga.
-Era una broma!.- dijo Luis.
-Si, pero ésta vez te pasaste, lo encuentro insólito.
-Pero si tu sabís que yo no hablo en serio!.
-No si está bien, pero no me lo digas a mí, dícelo a Teresa.- dijo Mariana terminando la conversación.
Caminaron tranquilamente por el mall hasta el ascesor que da con el subterraneo.
-Ahora te vas a enojar conmigo?.- decía Luis.- Lo encuentro ridículo, sabes que no era verdad.
-Ok Marianita, me tengo que ir.- dijo Teresa, dándole un beso en la cara, y se subió al ascensor.
-Me fui al chancho?
-Al chancho, al caballo, a la granja entera huevoncito, pero descuida, ya se le pasará.- le dijo Mariana y tomaron la micro para ir al café.
Vino todo el camino apestada por estar con Luis, no le gustaba ni el olor que tenía, le repugnaba.
-Entonces, cuentame.- le dijo Luis en el café.- Que pasó entre tú y el Pablito.
-Ok yo te cuento, no pasó nada!.
-Cómo que no pasó nada?! Osea, que se hayan quedado los sostenes allá, es mera coincidencia.
-La polera me apretaba, y me los saqué, los deje en el baño, y se me quedaron ahí.
-Si claaro.
-Pero si es verdad, Luis, de que te acuerdas tú?
-Yo recuerdo que estabamos bailando, y tu y él se fueron al patio de la casa, y no los volví a ver más, por que yo me tenía que ir.
-Ok, esto es lo que pasó. Me llevó al patio, y no pasó nada más.
-Claaro.
-Pero si no pasó nada!.- dijo tomando su cartera y dejándole un billete en la mesa a Luis.
"Más encima es copuchento el maricón" pensaba mientras se iba a su casa para arreglarse para la noche.
Se duchó otra vez, y se puso algo decente, su casa quedaba lejísimos de la de Teresa, pero tenía tiempo de sobra, y si llegaba antes, ayudaba a ordenar.
Cuando iba en la micro, no aguantó para decirle a Teresa lo que había sucedido entre Luis y ella.
-Podís' creer que el descarado de Luis me insitió y me insistió que le dijera que había pasado con el Pablo?.-
-Te enojaste también?.- preguntó Teresa, con voz de sueño.
-Por supuesto, estoy enojadísima.
Llegó tarde, eran las nueve y quince, y había bastante gente en el lugar, buscó rapidamente a Teresa que estaba con Pablo y Pedro.
Bailaron, rieron, y conversaron, hasta que Pedro vio entrar al que jamás pensarían que entraría, Luis. Lo miró con todo el odio que sentía por él en ese momento. Basta de bailar, de hablar, de reir, a pelar, se dijo.
-Luis me dejó plantado hoy, me dio muchísima rabia. Después de todo, él fue el de la idea de juntarnos.- dijo Pedro.
-Yo también estoy enojada. Luis anda bastante irritante estos días.- dijo Mariana en respuesta.- me insistió y me insistió para que le dijera si había pasado algo entre Pablo y yo.
-Y más encima es copuchento el huevón.- dijo Pablo.- lo que haya o no pasado esa noche, no es incumbencia de él, y menos de él, que no tiene nada que meterse en mi vida privada.
Y ahí quedó la conversación, Teresa se paró y fue a la cocina, Mariana se paró también y fue a la pieza de Teresa, y vio un perfume hermoso, una larga botella. Sin pensarlo, tomó la botella, y por el ventanal que daba al patio, salió y vio a Luis sentado en un tronco, sólo, mirando el cielo....
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