martes, 19 de enero de 2010

Cinco.-

-Irte!?.- se me quebró la voz.- Dónde ?
-Cálmate.- me tomó por el brazo para acariciarme, inmediatamente quité su brazo y lo miré con odio.- Recuerdas esa noche en el Período Uno?
-Qué noche?
-Cuando conversé con David.-
-Si, si me acuerdo.- hablaba con un increíblemente pesado nudo en la garganta.
-Me ofreció una oportunidad que no puedo rechazar.- me dijo con ansias.- Empezar a cantar en bares pequeños en Los Ángeles, grabar unos demos, enviarlos a alguna disquera, y sacar mi disco!
-Prefieres la fama a mi?- lo interrumpí.
-Debbie, no es eso, pero es algo que no puedo dejar pasar.
-"Juntos para siempre", te acuerdas?
-Debbie no entiendes...
-¿¡Cómo que no entiendo!?- le grité mientras mis lágrimas comenzaron a caer.- Me vas a dejar sola en este pueblo asqueroso, dónde no tengo futuro!
-Debbie, no seas egoísta.
-Y yo soy la egoísta!?.- le pegué un cachetada.- Ordena tus prioridades!

Me fuí corriendo a mi casa, me encerré en mi pieza y lloré; no me dí cuenta si logré dormir por que estaba todo tan oscuro que no lograba distinguir si mis ojos estaban abiertos o cerrados.

.-

Tenía que pensar que haría con mi vida, sin trabajo, y sin alguien que esté para apoyarme. Claro, está mi madre, pero tiene 65 años, y no puedo cargar a una mujer de 65 años con problemas cómo los míos. Me quedaba una sola solución, acudir al que nunca pensé acudir, pedirle ayuda a quien nunca pensé pedir ayuda, mi "padre".

Mi padre trabajaba en una gasolinería a las afueras del condado, no era cerca, pero tampoco era como ir todos los días a Nueva York.
Preparaba mis cosas para salir en la vieja camioneta, cuando lo ví acercarse. Venía con la camisa negra que tanto me encanta, y no pude evitar afligirme al verlo.

-Que quieres?.- dije sin mirarlo.
-Quería despedirme.
-No quiero despedirme, no me gusta decir adios.-
-Entonces venía a desearte suerte, y que salga todo bien con Steven en la disquería.
-Me despidieron.- admití.
-Que!?.- se asombró.- cuando?
-Hace ya tres días...- dije avergonzada por no haberle contado.
-Por que no me habías contado? Es que ya no confías en mí?
-Si confío en tí Jack, pero era muy dificil decirte, por que puedes pensar que necesito tu ayuda para salir adelante, y no quiero la ayuda de nadie, no soy una perra faldera.
-Te estás escuchando?- me dijo.- Te das cuenta las estúpideces que dices?! No se que me enoja más, que no me contaras, que pensaras que no podías contar conmigo, o que me hayas sacado en cara que no confío en tí cuando te avisé que me iría!
-Jack, todo fue muy complicado.-
-Si Deborah.- nunca me había dicho Deborah, ni cuando eramos pequeños.- Todo fue muy complicado...
Lo miré avergonzada, y el se paraba ante mí con firmeza, pero una firmeza débil, como si en cualquier momento pudiera caer al suelo.
-Adiós.- dijo.
Mi alma se partió en dos mientras los veía caminar sin detenerse a su auto con su equipaje dentro. Mi corazón se hizo mil pedazos cuando vi su auto alejarse por la carretera.

-Adiós Jack...- murmuré.

Caminé por la carretera hasta que se hizo de noche, mirando el cielo, las nubes, el suelo, el paisaje; tomé tanto aire como pude y llegué a la gasolinería donde trabajaba mi padre.

-Hola Bill.- dijé tratando de ocultar mis ojos.
-Hola pequeña.- me dijo con su voz de vaquero americano.- A que se debe este extraño placer.
-No seas sarcástico, necesito tu ayuda.- tartamudeé.
Se rió con una larga carcajada, lo que me hizó ponerme bastante irritante.
-Tú, necesitas mi ayuda?.- dijo probando el cigarro que tenía en la mano.- Sabe tu madre que viniste?
-No, me despidieron del trabajo y necesito dinero, con lo que tengo, no creo que llegue a fin de mes.- admití avergonzada y aún con la cabeza gacha.
-Entiendo.- dijo comprensivo, levanté mi mirada impresionada, y al parecer logró notar mis ojos rojos.- Estuviste llorando cierto?
-Eso no te importa.- le dije.- me vas a dar dinero o no?
-Te tengo una mejor oferta, Daniel, el aseador, se mudó y dejó el puesto vacante, si quieres, puedes tomar el puesto, te pagaremos 650 dólares al mes, pero es un trabajo completo, desde 8 de la mañana hasta las 8 de la noche.

La oferta me pareció adecuada, después de todo, era un poco menos de dinero que en la disquería, y unas cuantas horas más, pero ahora, sin Jack, necesitaba despejarme más tiempo.

-Está bien.- afirmé.- cuando empiezo?
-Mañana mismo.- me dijo.

Volví caminando a mi casa pensando en lo que sería de mi en el futuro, tal vez ahora se empiece a crear esa relación "padre-hija" que nunca se había hecho, pero eso tendría que verse, era hora de reinventarme, de olvidar a Jack Carlton, de empezar desde cero, era hora, de empezar a vivir una nueva vida...

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