miércoles, 17 de marzo de 2010

Nueve.-

Me despertó el leve movimiento de su respiración. Me había quedado dormida junto a su pecho, e inércicamente el me había abrazado mientras dormía.
Despacio y con mucho cuidado, corrí su brazo para levantarme, obviamente, no sin antes aprovechar el espléndido momento que se vivía.
Abrió los ojos antes de que yo pudiera ponerme de pie.



-Oh...- repuse al ver su reacción.- Disculpa, te desperté?
-No importa.- dijo con dulsura.- Como amaneciste?
-Perfectamente.
-Que extraño.- me dijo
-Que?
-Yo también...

Me recosté sobre su pecho otra vez y le besé, respondió el beso encantado. Cuando abrí los ojos, miré el radio reloj de mi mesa de dormir, y vi que eran las 2 de la tarde.

-Dios mío!- dije.- Mira que tarde és.

-Tranquila.- me tomó del brazo para dejarme de nuevo sobre la cama.- Disfruta.

Por muy tentadora que fuera la idea, era demasiado frenética por los días sábados, me gustaba ordenar mi apartamento, y a esa hora debería de estar almorzando; sin embargo, si hubieran venido de cualquier otro, aquellas palabras no me hubieran hecho cambiar de parecer, pero había cierta textura persuasiva en su voz que me hiso escucharlo y obedecer sin protestar. Nos quedamos ambos ahí, frente a frente, sin decir una sola palabra.

-Te quiero.- le dije.

-Yo no...- repuso con frialdad.- Yo te amo...

Me quedé helada ante su respuesta y no supe que hacer, me tomo la cabeza con sus manos y me besó. El calor de su beso hiso que el frio del mío desapareciera de inmediato y por completo.

-Que se supone que vamos a comer?- le pregunté después de un rato.

-Salgamos, existen malls, existen restaurantes.- me insistió.- Yo pago por hoy.

Me convenció, y luego de una hora nos encontrabamos en el mall comiendo comida china y con la promesa de un enorme helado para ambos.

-No se dónde hechas tanta comida.- le dije al ver que se acabó el helado.- Comiste un gran plato de comida china, y más de la mitad del helado, y no engordas absolutamente nada.
-Se cuidarme.

Ambos reímos tímidamente ante su respuesta.

-Que increíble, no lo crees?
-Qué?- preguntó con curiosidad.
-Lo que pasó, lo de nosotros.- me expliqué.- Fué tan, rápido.
-Te molesta?- se asustó
-Para nada, es mágico.- Esbozó una amplia sonrisa por su rostro ante mi respuesta.- Creo que en el fondo, siempre me gustaste, como persona, siempre tan tierno conmigo, tan preocupado, tan dedicado.

-Sabía que estabas loca por mí.- dijo mientras reía.- Yo te amo desde que te conocí.
-En serio!?- me sorprendí.- Cómo?
-Tal vez me enamoré de tí con el tiempo, pero como me siento ahora, no me imagino "no-enamorado" de ti.

Me levanté de la mesa para besarle.

-Mmm...- dije saboreando mis labios.- Chocolate.
-Excelente.- rió.

Caminamos por los amplios pasillos del centro comercial para ir a su auto. Nos dirigíamos a su casa cuando sonó mi celular.

-Violeta.- dije luego de mirar la pantalla del móvil.

-Mujer!- dijo con euforia en su cuerpo.- Qué es lo que te pasó!? La película fue la mejor nunca antes vista, tan romántica, y que es lo que pasó contigo, vi tu perfil el facebook, estás mal cariño, quieres que te valla a visitar?
-No estoy en mi casa.- Repliqué con calma.
-Y dónde estás pilla?.- era Daniela la que hablaba ahora.
-Voy camino a casa de Raúl, con él.

Escuché los gritos de emoción de ambas, Raúl se sonrojó.


-Sabíamos que resultaría.- dijeron a coro
-Resultaría qué?- pregunte con la ansiedad altísima por saber que se tramaban.
-Una vez en una pijamada, cariño.- dijo Daniela
-Te quedaste dormida primero que las dos.- siguió Violeta.- Te acuerdas?
-Creo que sí.- dije tratando de recordar.- Que hay con eso?

Raúl parecía cada vez más un tomate.

-Bueno, hablaste dormida, parecías estar teniendo un sueño muy hermoso.- explicó Daniela.
-Y?- dije con ansias.
-Y dijiste Raúl!- gritó Violeta.- Nosotras nos reímos hasta que dijiste Raúl, cuando jurábamos de güata que estabas detrás del Jorge.- una nota de amargura llegó a mi corazón con ese nombre.
-Desde entonces supimos que amabas a Raúl, tu mejor amigo.- concluyó Daniela.
-Y cómo es que nunca lo dijeron!?
-Por que lo hubieras negado, y eso podría afectar tus sentimientos.- Violeta seguía con la emoción muy notoria.
-Así que ideamos un plan de unos cuantos pasos para que Raúl te pudiera hablar de otra manera.
-Es cierto?- le pregunté a Raúl.
-Fue idea de ellas.- rió de los nervios.

Escuché de nuevo los gritos de emoción de mis mejores amigas.

-Ya mujer, nos tenemos que ir.- dijeron.- Te amamos.- escuché pequeño pitido que avisaba que la llamada se había acabado.
-Increíble.- dije asombrada.- Un plan para conquistarme?
-Algo así.- respondió él con calma.- Más bien era un plan para abrirte los ojos.
-Abrirme los ojos?
-Estabas enamorada de mi en el interior, sólo tenías que abrir los ojos y darte cuenta.
-Y en qué consistía el plan?- pregunté interesada.
-Paso número uno: esculpe tu cuerpo.
-Fuiste al gimnasio por mi?- le interrumpí.
-No fue necesario tanto trabajo, te sorprendería saber que siempre he tenido la talla de un deportista, sólo que no me gusta exhibir mis músculos como el descerebrado de Jorge.
-No me hables de él.- dije con frialdad.
-Lo lamento.

Guardamos silencio, y él seguía conduciendo.

-Así que...- rompí el silencio.- El paso dos?
-Regala algo delicado.- dijo como si memorisara las palabras de un discurso.
-El anillo?- dije con asombro.
-Era de mi madre, de la biológica, me encontraron frente a las puertas del hogar envuelto en una manta con el anillo sobre éste, y una carta que decía...
-"Éste anillo no es nada comparado por lo que siento por tí"...- cité.
-Exacto.
-Me regalaste la carta?
-No.- repuso.- No es que no me importes, pero esa carta es personal, lo más importante que me han dado.
-Lo entiendo.- dije.

Otro silencio.

-Increíble.- dije por fin.
-Qué?
-Tú... Me refiero, eres la personas más fascinante que conozco, y creo que cada vez que me cuentas lo que pasa, siento que el sentimiento crece.

Estacionó el auto junto a su humilde hogar. Era bastante pequeño, pero realmente acogedor, con un jardín bien decorado, y un color bastante llamativo.

-Verde...- dije mirando la pintura.- hermoso.
-Mi favorito.- replicó.
-El mío también.- dije.

El olor de la casa era extrañamente familiar, como si alguna vez hubiera estado ahí.

-Increíble.- repetí.
-Tú eres increíble.- me repuso.- Te amo Ángela.

Me derretí ante esas palabras, era perfecto, él, su hogar, su aroma, su manera de pensar. Raúl Castañeda se había vuelto mi mejor amigo, y desde esa noche, mi amante...

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