lunes, 27 de diciembre de 2010

Seis.

Pestañeé por inercia al abrir los ojos. Al parecer llevaba más tiempo de lo que yo imaginaba, durmiendo. Sentí la asquerosa sensación de la insipidez en mi boca, y para cuando intenté divisar algo, era solo una sombra que se movía de aquí para allá alrededor mío; una difuminada imagen de una típica habitación de hospital.
Por la oscuridad del lugar hubiera dicho que era de noche, pero luego me confundió un extraño reflejo proveniente de la ventana.

-¿Qué hora es?- pregunté con dificultad.
-Las siete de la mañana.- me respondió una voz masculina.
-¿Por qué está tan oscuro?
-Por que llevas tres días sin abrir los ojos, y el encandilarte con cualquier tipo de luz, puede dejar daños en tus ojos.
-Entiendo.- me decidí a cerrar los ojos.- ¿Quién eres tú?
-Dawson, Victor Dawson; más conocido como tu médico.- rió entre dientes.
-Entiendo, ¿y qué tengo doctor?- intenté mover mis pies, pero los sentía lejanos y pesados.- ¿sobreviviré?
-Claro que sí; solo debes intentar comer más de ahora en adelante. Estás muy flacucho.
-¡Yo no estoy flacucho!- fruncí el ceño.- incluso tengo músculos.
-Si Superman, claro.- se volvía a reír de mí.
-¡Es enserio!
-Lo que tu tienes, cariño, no son músculos.- sentí como se movía el colchón de la cama. Debió sentarse junto a mí.- Lo que tu tienes son intentos de músculos.
-¿Y eso cómo lo sabes?- seguía un poco enojado.
-Porque soy el doctor, ¿recuerdas?- aún no entendía a qué se refería exactamente.- de manera que tuve que revisarte por completo.

Me sonrojé ante la idea de tener a un tipo mirándome desnudo.

-Entiendo.- respondí lo bastante incómodo como para voltearme y volver a dormir.
-No deberías dormir.- me dijo Victor una vez que se puso de pie.- Yo que tu, acostumbraría mi mirada a la luz del día. Eso si piensas volver a ver.

Me quejé, irritado por su absoluta razón. No me agradaba éste tipo, para nada. ¿No se supone que los doctores debían ser más comprensivos o simpáticos, o algo?
Indiferente a su afirmación, me acomodé, asegurándome de hacer bastante ruido con un bostezo, y volví a dormir.
Sentí como si a penas y había cerrado los ojos cuando escuché la voz de David en la habitación.

-Jack.- susurraba.- hey, hermano, ¿estás bien?
-David, intento dormir.- me quejé.
-¿A la una de la tarde?- demonios, odio mi maldito metabolismo.- Vamos, debes practicar para abrir los ojos. La enfermera es linda.- rió, lo imité.

Hice caso y separé mis párpados. La misma imagen de la mañana, aunque podría admitir que ahora las cosas tomaban forma.

-Increíble, estoy recuperando la vista.- me alegré.

Pestañeando constantemente la imagen se sentía mucho más liviana e imperceptiblemente mi enfoque mejoraba.
Intenté probar moviendo mis extremidades, partiendo por mi pie derecho. Lejano, igual que hace unas horas. Los brazos los podía mover, al igual que mi tronco, así que probé con tocar mis piernas y ver si volvían a la vida. Casi de inmediato eso funcionó.
Mi cuerpo volvía a la vida.

-¿Te sientes mejor ahora?- preguntó David al ver mis aletargadas reacciones.
-Si, creo que hasta puedo verte la nariz.- sonrió y pude notarlo, como también pude ver una silueta en la puerta de la habitación.
-Se recupera más rápido de lo que pensé.- inquirió Victor con su voz inconfundible.

En el bolsillo de David sonó su celular y se retiró de inmediato para contestarlo.

-Hay algo que quiero conversar contigo Jack.- Victor se acercó, pude ver sus facciones. Eran las de un hombre maduro, sin embargo había algo joven demasiado llamativo en él.
-Lo que quieras, doc.- respondí por inercia.
-Te recuperas rápido porque tu problema no es físico.- me disparó esa frase en seco.- Tu problema está aquí.- afirmó tocando mi sien con su dedo índice.
-¿En mi cabeza?- sabía exactamente adonde se dirigía esta conversación. Aguardó unos segundos, para preparar con mucho cuidado lo que diría a continuación.
-David me habló de tu ex - novia de Hackensack.
-Se llama Debbie, y aún es mi novia.- junté mis cejas.
-Está bien; calma, yo sólo intento ayudarte.
-¿¡Cómo!?- me alteré, no tenía ni la más mínima idea de lo que yo estaba pasando.- ¿Vas a traerme a Debbie? ¡Es suficientemente orgullosa como para negarse cuántas veces le preguntes, ofrécele cualquier cosa, nunca aceptará!- rompí a llorar otra vez.

Entonces Víctor hizo algo que jamás hubiera esperado. Me abrazó.
Al principio me cohibí, lo sentí un descarado. Pero mi cuerpo reaccionó totalmente distinto, y le respondió el abrazo con sollozos y lamentos, y me di cuenta cuánto necesitaba sentir el cariño, el afecto de alguien, tanto, que incluso mi mente comenzó a aceptarlo, y me llevó a llorar con él.
Mientras me arrullaba me decía que me calmara, que todo estaría bien.
La situación de por sí ya era embarazosa, soy lo suficientemente hombre como para evitar que abrace cualquier desconocido, no obstante algo me desconcentraba; el poderoso efluvio que emanaba Víctor me hizo sentir extrañamente a gusto, me hizo necesitarlo. Me hipnotizó con sus palabras hasta que de pronto volví a mi realidad y lo alejé tanto como fue posible.

-¡Hey!- lo empujé con ambos brazos.- Aléjate de mi ¡marica!
-Jack, yo solo intento ayudarte, no me vengas con homofobias.
-No soy homofóbico, solo no quiero tener contacto con hombres de esa manera.

Se rindió, se disculpó, y se marchó.
¿Que demonios iba mal conmigo? Sé que me gustan las mujeres, siempre me han gustado; pero su aroma, era algo hechizante, algo tan exquisito.
Me quedé pensando toda la noche en lo que había sucedido. Por primera vez en Los Ángeles, no recordé a Debbie al dormirme.

No hay comentarios: