-Es tu decisión.- me dijo David desde la cocina.- Si quieres comenzar mañana, o prefieres tomarte unos días; pero tienes que volver en algún momento.
Me sorprendió la comodidad que me entregaba. Siendo su elemento de trabajo, debería estar enojado, furioso, porque no le estoy cumpliendo lo prometido, no estoy haciendo dinero. Al parecer no tenía mucho apuro.
-Mañana comenzamos.- sonreí una vez que acabé de comer.
-Excelente, llamaré a Harold para que tenga el estudio listo.- sacó el celular y se fue a la sala de estar a hablar.
Con sus murmullos de fondo, seguía pensando en el abrazo de la noche anterior, ese extraño sentimiento de necesitar a Víctor, y su exquisita esencia. Me perturbaba y me asustaba el hecho de creerme homosexual. Era algo complejo; es decir, nunca tuve nada en contra de los homosexuales, pero nunca me imaginé en sus zapatos tampoco. Simplemente no me interesaban.
Se me heló la sangre con el solo hecho de pensar en lo que tendría que haberle explicado a David si nos hubiera visto así.
Fue sólo un abrazo, escuché dentro de mí. Claro que fue solo un abrazo, pero nunca había abrazado a un hombre de esa manera.
Eso es porque tu padre nunca te quiso en verdad, oí de nuevo. Tal vez...
Quizás las cosas hayan sido muy diferentes, de tener una imagen paterna...
Dejé de pensar en estupideces y me fui a la cama, tenía mucho que hacer al día siguiente, y debía tener todas las energías posibles.
Como siempre, durante la noche, me acecharon una serie de sueños. Un camino oscuro, un pueblo olvidado, una carretera eterna, y una silueta perfecta aguardando por mí en la pequeña estela que dejaba el vehículo tras avanzar por entre la lluvia.
Desperté exaltado y con mucha sed. Lo peor, es que eran las cuatro de la mañana, y al parecer no podría volver a dormir. Pensé en salir al mini mirador, pero de inmediato recordé que aún no conocía la casa por completo, así que solo me limité a caminar por distintos pasillos.
El estilo de la casa era el mismo en cada habitación, un agradable minimalismo que jugaba con la combinación "blanco-gris-negro" en cada rincón del edificio. Pasé por la cocina, el bar, la sala de estar, la habitación de David, una pequeña galería con variadas pinturas del mismo movimiento artístico que la casa, y finalmente el exacto lugar que buscaba, pero que aún así, no sabía que quería ver, el estudio.
Era una pequeña habitación equipada con una guitarra, un bajo, una batería, un micrófono y un sintetizador. Por el suelo habían muchas partituras repartidas, algunas con garabatos y otras completamente vacías. Como si las ideas de cada canción estuvieran encerradas en una jaula... y yo solamente debía enseñarles la llave.
Sin titubeos me dirigí a los pedazos de papel, los recogí y ordené y luego de encontrar un lápiz de entre el desorden, simplemente cerré la puerta, y me puse a escribir.
Solté cada sentimiento en mi corazón y lo dejé controlar mis manos, mi mente, y todo mi cuerpo.
Para cuando David se despertó, como a eso de las diez de la mañana, ya tenía siete canciones completas, y otros tres coros con su puente.
-¡Increíble Jack!- repetía mientras analizaba cada partitura.- ¡Esto es increíble!
-Gracias.- sonreía expectante.
-Con ésto.- señaló el montón de partituras.- con ésto tenemos tu primer disco.
-Excelente.- me alegraba y aliviaba sentir que ya tenía poco trabajo por hacer.
Cuando era joven siempre escribía poemas átonos, y me imaginaba que juntar notas, y el hecho de componer una melodía, una canción completa, sería complicado. Aún así, en unas cuantas horas, ya tenía casi todo un disco; me sentía orgullosísimo por mi logro.
Y debía estarlo, ya que para cuando el señor Jenkins lo vio, y escuchó algunas melodías, quedó encantado, y ansioso de comenzar a grabar el mejor single, para enviarlo a alguna radio emisora, y finalmente comenzar con mi carrera.
Desde ahí, los días pasaron increíblemente rápido. Eric entendía de música, y me exigía cada vez más, por lo que para cuando volvía a casa de David, llegaba exhausto, y con muchas ganas de dormir.
-El trabajo de grabar es duro.- afirmó David mientras sorbía un trago de jugo natural de naranja.- Es agotador tener que repetir las mismas estrofas una y otra vez.- me alargó un vaso de néctar de naranja.- Pero a la larga, confía en mí, siempre tienes buenos frutos.
-Me calma escuchar eso.- sonreí reconfortado mientras saboreaba el ácido del líquido en mi garganta.
-Ve a dormir, mañana será un día largo.
-Eso haré.- obedecí y le alargué de vuelta el vaso vacío.
Los brazos los tenía como dormidos, y chocaban con todos los adornos en el pasillo que daba hacia mi habitación, mi cuerpo se sentía increíblemente pesado, y muy difícil de acarrear. Para cuando terminé con el esfuerzo de movilizarme, me estiré sobre el colchón, y no supe nada más de la realidad.
Mis sueños se hacían borrosos, recordaba su cara, su sonrisa, no obstante, no tenía esa luz que antes recordaba. Mi corazón pedía por alguien más, pedía por un olor en particular, un par de brazos fuertes, que me envenenaban hasta el más recóndito lugar de mi alma, y lo hacían florecer con una amplia felicidad.
-¡Jack!- me asusté por los gritos de David provenientes de la sala.- ¡Jack, demonios ven aquí rápido!
Aún aletargado, corrí lo mejor que pude, y me encontré a David frente a su equipo de música.
-¿¡Qué sucede!?- dije con enojo.
-¡Cállate y escucha!- sonaba exitadísimo.
Cerré mi boca y puse atención a la canción de la radio. Una conocida melodía, el bajo de inicio, luego el órgano, y mi voz...
-¡Mi voz!- reaccioné de pronto.- ¡Mi canción!
-¡Lo sé!- David se incorporó.
-¡Demonios David, es mi canción!- me entusiasmó la idea de que miles de personas en Los Ángeles escucharan mi tonada en ese mismo momento.
-Ese era Jack Carlton con Forever solo en Kiss FM.- dijo la chica en la estación radial.
Grité de la emoción y me puse a saltar como lunático por toda la casa.
-¡Mi nombre en la radio David!- reía mientras seguía moviéndome de un lado a otro.
-Es el excelente regalo de cumpleaños Jack.
Todo la emoción se detuvo.
-¿Qué?- me puse extremadamente serio.
-¡Feliz cumpleaños Jack!
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