Esta vez fue diferente a muchas otras. El hundirme en ese suave colchón de plumas me sirvió de droga alucinógena y terminé soñando algo del pasado. Un recuerdo. Un exquisito reconcomio de Debbie y yo, y nuestra cita más asombrosa. Al menos, mi favorita.
Estábamos ambos comiendo un suculento picnic bajo ese hermoso cerezo, riéndonos de las cosas de la vida, como siempre solíamos hacer. Se formaba desde lejos, un típico cuadro de otoño de esas cursis películas que me encantaba mirar sólo para sentirla más cerca.
El sabor de sus labios lo sentí tan real, su aroma a fresa de una sencilla agua perfumada lo percibí por completo en mi mente. Su cara, y por sobre todo su sonrisa.
El momento que pasamos esa tarde en Hackensack fue perfecto; más que perfecto. Aún no hayo las palabras para describir lo maravilloso que fue vivir con ella.
-Jack.- sentí a David hablar desde la puerta. Mi sueño era muy liviano así que desperté de inmediato.- Tenemos que ir a grabar los demos.
Demonios, ¿qué hora era?
Recuerdo perfectamente la voz del señor Jenkins diciéndonos que la grabación sería en la tarde. ¿Es que acaso dormí hasta la tarde?
-Enseguida me paro.- farfullé.
Aún así, hundí más mi cara en la almohada. Luego de unos dos minutos, abrí los ojos como platos, y de un salto me incorporé con dirección al baño para tomar un ducha.
Sólo en el auto camino al estudio, caí en la cuenta de que realizaría mi primer trabajo profesional en la historia de mi carrera; entonces un ahogado sentimiento de nervios y tensión me hizo gemir y apretar mis labios con la suficiente fuerza como para romperme un poco.
-Demonios.- murmuré.
-¿Qué pasó?- David no quitó los ojos del camino.
-Me rompí el labio.
-¡Oh!- Esta vez si miró.- Te está sangrando bastante.
-Lo sé... me arde.
-Ten.- me alargó un pañuelo que saco del bolsillo de su camisa.- Tienes todo mi permiso para ensangrentarlo.
Me sonreí un poco y sentí un agudo dolor en el sector derecho de mi labio inferior. Me sobé con el pañuelo mientras presionaba con los dientes el área afectada para que la sangre saliera toda de una vez.
-¿Crees que puedas cantar?- se preocupó David.
-Si.- le dije con un tono bastante seguro.- No es como que mi voz se arruine con la pérdida de un poco de sangre.
-Si, pero me refiero a la pronunciación. No sabes lo exigente que es Harold.
No lo había pensado de ese modo.
-¿Qué tal si practico un poco?- aseguré sin esperar una respuesta, mientras buscaba algún Cd en la guantera que me pareciera conocido.- ¿Songs about Jane?
-No puedes decir nada, Maroon 5 es un ícono de la música pop rock en Los Ángeles.
-Tienes razón.- puse el cd en el lector y entonces busqué en el cd la conocida "She will be loved" para corearla con Adam Levine.
Nuestras voces eran bastante distintas, pero no por eso sonaban mal juntas, al contrario, habían unos cuantos acordes que logré crear, y que incluso, mejoraron la canción. David notó lo que yo pensaba y agregó:
-Harían un buen dueto tú y Adam.- yo seguí cantando.
Las cosas sonaron bastante bien, y mi pronunciación no se vio dañada por la pequeña herida de mi labio. Cuando descendí del auto, bajé lo suficientemente confiado como para que la recepcionista del establecimiento se quitara los lentes para mirarme más profundamente.
Me incomodé, y me puse mis anteojos para mirar hacia otro lado sin que ella se diera cuenta.
-Piso 11.- afirmó, aún mirandome de una manera bastante seductora.
-Gracias.- respondimos yo y David al unísono.
-Por cierto, soy Karen.- la chica me cerró un ojo, y me sonrojé.
-Lo tendré en cuenta.- afirmé con la cabeza un tanto gacha, para que ella no notara el color de mis mejillas.
Para cuando llegamos arriba, el estudio aún estaba vacío. Pero me sentí tan a gusto en un silencio absoluto únicamente interrumpido por el sonido de mi respiración.
Había un par de guitarras apoyadas en la pared, y colgados a ésta, un montón de discos de platino encuadrados. Pude reconocer distintos nombres de estrellas que, obviamente, debieron pisar lo que yo pisaba ahora.
Mientras miraba los brillantes adornos de las paredes, llegó Harold y otro tipo con una barba larga y un jockey volteado. Vestía una polera roja bajo una chaqueta de terciopelo negro. Para abajo eran unos pescadores bastante ordinarios y rasgados, con cadenas y bolsillos por todos lados, y por supuesto, unas All stars rojas.
Incapaz de escuchar algo, sólo vi mímicas entre éstos tres personajes. Al parecer, Harold le presentaba al chico a David, luego de su caluroso abrazo.
El chico se acercó al cristal y lo golpeó para llamar mi atención y pedirme que saliera.
-Eric.- me estrechó su mano.
-Jack.- le devolví el saludo. Su mano era áspera y estaba un poco sudada.
Para no generar disgustos en Eric, disimuladamente me pasé mi mano por la ropa después de saludarlo, y me dirigí a saludar al viejo obeso qué me tomó por la cinturá y me apretujó de una manera tan familiar. Me sentí a gusto en sus brazos, después de todo.
-En nuestro camino acá Jack cantó "She will be loved" de Maroon 5.- hizo una pequeña pausa. Y tanto Harold como Eric se mantuvieron expectantes ante la crítica de David.- Impecable.
Los cuatro en la habitación reímos, y luego pidieron que lo demostrara. Así que solo me limité a volver a la habitación silenciada y ponerme los audifonos para grabar frente al microfono. Solo entonces noté que no sabía que canción me pondrían. Aunque ya era tarde, las primeras notas de una conocida melodía empezaban a pasar a traves de mis oídos, e inércicamente mi cerebro se puso a recitar "I want to know what love is" de Foreigner.
Mientras cantaba entendía cada palabra y sentía como la canción me calaba el corazón, sin embargo tuve que comerme las ganas de llorar y seguí entonando la balada.
David me conocía mejor de lo que yo creía, y detuvo todo a la mitad. Harold y Eric se quedaron perplejos ante la decisión de mi compañero, y pusieron mala cara. Estaban bastante asombrados de mi voz, y de mi capacidad de generar nuevas entonaciones dentro de una melodía que ya era vieja.
-Aún así, me hubiera gustado escucharte cantarla entera.- dijo el señor Jenkins con desgano.- Estaba sonando increíble.
-Gracias.- me tragué el nudo en la garganta que tenía.
-Verás más de acuerdo lleguen nuevas canciones para estrenarlas en la radio.- afirmó David en seco.
Nos despedimos cordialmente y luego ingresamos al ascensor.
-Tú y yo vamos a conversar.- me sentí increíblemente presionado. Esa frase la decía mi padre cada vez que hacía algo mal. Mi boca se arqueó y me entraron más ganas de llorar.
En el auto no dijo ni una sola palabra, y su mirada era fría, inexpresiva. Para cuando llegamos a la casa, ya había atardecido.
Me sirvió un plato de espaguetis, pero no probé ninguno. Solo agradecí, y me levanté junto con el plato aún lleno.
Me dirigí a mi habitación y me senté en la silla reclinable del mini-mirador, para relajarme escuchando los acordes que forma la ciudad a las nueve de la noche. David apareció al rato.
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