miércoles, 12 de enero de 2011

Nueve.

Con Víctor y David apoyándome con cada decisión que tomaba, el tiempo pasó increíblemente rápido, y tal y como mi mejor amigo lo prometió, comenzaba a disfrutar de la buena vida.
Mi primer disco fue un completo éxito, y todo parecía prominente desde ahí en adelante. Incluso, cuando estrené mi tercer disco, se enteraron que solía actuar en Broadway, obras pequeñas por supuesto, aún así me ofrecieron distintos roles que acepte sin titubear. ¡Terminé actuando con Christopher Walken!
Cinco años se fueron volando, y para cuando tenía mis veintisiete me había hecho una impecable reputación, absolutamente comprobable por la cantidad de premios a los que fui nominado, y los que gané.
Vivía en mi departamento, con Víctor, y todo el mundo era consiente de mi bisexualidad. Sin embargo, Debbie fue y ha sido la única chica con la que he intimado, a Víctor no le importaba. Me daba en el gusto en casi todo, incluso en mis berrinches de niño pequeño.
Lo amaba, simplemente eso; olvidé completamente a Debbie, y a veces me preguntaba si realmente la llegué a amar, pero luego recuerdo el recuerdo de su sonrisa, y por un asunto de compromiso, suspiro. Por los lindos cuatro años de nuestras vidas.
No obstante, el pesar que dejó su descuido al no llamarme para mi cumpleaños, y no intentar encontrarme es deplorable, y eso me hace amar a Víctor, porque literalmente, desde que lo conozco, está cuidando de mí. Increíblemente preocupado. ¡Incluso me dediqué a sacar músculos! Para taparle la boca por su tonto comentario del hospital.
Debes pensar que es tu culpa en cierto modo. Me decía una voz interior. Tal vez, pero si ambos no luchamos por el otro, no nos merecemos estar juntos.
Sabes que hubieras actuado si ella hubiera intentado arreglar las cosas. Es lo más probable, pero no lo hizo, y ahora pasaron cinco años. Estoy seguro que ella siguió con su vida. Yo seguiré con la mía. O al menos eso pensaba hacer.
Esa mañana el pan olía exquisito, y disfrutaba de todo el desayuno que había preparado mi chico. El jugo estaba en su acidez exacta y la mermelada combinaba tan bien con éste, que las cosas servidas en la mesa se asimilaban a una sincronizada orquesta. Cada instrumento por si sólo era hermoso, pero todos juntos en mi organismo, hacían maravillas.

-¡Apúrate! Voy tarde al hospital.- Víctor sorbeteó su café sonoramente, y golpeó la mesa para llamar mi atención.
-Debes disfrutar más del desayuno. ¿No fuiste tú el que dijo que era la comida más importante del día?- sonreí.
-Díselo a mi jefe.- dejó la taza en la mesa y corrió a la habitación a vestirse.

Hace unos días atrás, David me había sorprendido con la noticia de que habían aceptado nuestra gira, y saldríamos el mes siguiente, por dos meses en Europa, otros dos en Asia, y dos en Sudamérica y Oceanía. Seis meses fuera; tenía que decírselo.

-Víctor, tú sabes que yo soy cantante, ¿no es así?- demonios, qué manera más estúpida de comenzar una conversación.
-¿Me estás tomando el pelo?- escuché desde el baño.
-Para nada, necesito decirte algo serio.
-¿Lo de tu gira?- me sorprendió con esa.
-¿Cómo...?- me detuve a recapacitar mi pregunta.- David.
-Claro, me cuenta todo a mi primero. No me molesta que me lo hayas ocultado.
-¿Entonces?- tragué un poco de jugo.
-No me molesta, en serio.- se asomo con su irresistible sonrisa por el cuadro de la puerta de nuestra habitación.- Además, me dan vacaciones dentro de un mes. Así que tendrás que soportarme las tres primeras semanas de tu gira.
-¿¡En serio!?- me encantaba esa capacidad suya para sorprenderme, cuándo era yo el que quería sorprenderlo.- ¡Excelente!- di un pequeño salto de felicidad.

Me puse a levantar las cosas de la mesa para lavarlas y salir con él.

-Hoy tienes esa firma de discos, ¿o no?- me señaló que lo ayudara con la corbata.
-Así es.- le sonreí ampliamente.

Me tomó la cara y me besó.

-Te amo, ¿lo sabías?- dijo sin soltar mis mejillas.
-No, pero está la coincidencia de que yo te amo también.- le brillaron los ojos, y ahora yo lo besé.
-Ve a vestirte. Te espero.- tomó el control de la TV y la encendió.

Me puse algo bastante sencillo, una camisa escocesa y mis Levi's preferidos, con mis adoradas Converse's blancas. En diez minutos, luego de lavarme la cara, cepillarme los dientes, y arreglar, dentro de lo posible, mi cabello, estuve listo.

-¿Vamos ya?- golpeé mis muslos.
-¡Claro que sí!- caminamos juntos a la puerta, y al encontrarnos los dos en el estrecho pasillo quedamos atascados por unos segundos, chocando repetidas veces.
Reímos juntos al ver nuestra estúpida reacción ante un problema tan fácil de resolver. Víctor besó mi cara, y entonces miré al pasillo, y encontré lo imposible.
Su silueta seguía igual, esbelta. Su camisa marcaba sus senos, que sin duda habían crecido. Sostenía un celular, y me miraba fríamente, como si hubiera visto a un muerto, lo que es bastante comparable a lo que acababa de ver. Sentí como sus piernas flaquearon, y me adelanté rápidamente a sostenerla antes de que se golpeara con el suelo. Sus ojos se desorbitaron para cerrarse con fuerza. El celular se golpeó en la alfombra del pasillo mientras una voz gritaba su nombre desde el auricular.

-Jack.- susurró con su suave voz de mantequilla.
-Debbie, ¿¡que haces acá!?- la sacudí un poco, no respondía.
-No te contestará.- dijo Víctor rígido en la entrada de nuestro departamento.
-¡Ayúdame!- me afligí al verla así.

Solo con mi cara mi novio reaccionó y me ayudó a levantarla. La dejamos estirada en el sofá de nuestra sala de estar.

-Creí que ella no volvería.- afirmé mirando el suelo.
-Parece que aún te ama.
-No lo creo.
-Se desmayó porque me vio besándote.- Víctor parecía algo cabreado.- ¿Cómo respondes a eso?
-La impresión. Era mi mejor amiga, quizá no se esperaba algo como ésto.
-Todos los medios saben de nosotros.
-Debbie no ve televisión; cuando me fui apenas y le alcanzaba para comprarse el periódico, y aún menos usa internet.
-Entiendo. Pero eso no quita el hecho de que ella sigue enamorada.- miró hacia otro lado para completar esa frase.

Lo ignoré y seguí zarandeando débilmente a Debbie para ver su reacción.

-No despertará; debes esperar. Te aconsejo que cierres las cortinas. Yo debo ir a trabajar.- se puso de pie y se fue.
-¡Víctor estás siendo un injusto!
-No estoy enojado contigo Jack, sólo déjame pensar, debo trabajar.- volvió a besarme y se fue.

La vi plácidamente dormida y no pude evitar arrepentirme de todo lo que había pensado éstos cinco años, tal vez Víctor tenía razón. Ella seguía amándome. Me sentí terriblemente culpable por la noticia que tenía que darle. No puedo dejar a Víctor, no haré eso; y por mucho que se haya avivado mi amor por ella, no podía hacerlo. Porque quedaría con la amarga duda de si estoy con ella por amor o por lástima, y porque no puedo romper el corazón de Víctor, con todo lo que ha hecho por mí éste lustro.

-David.- le dije a mi celular.
-¡Jack! ¿Dónde demonios estás? Hay mucha gente preguntando por ti ahora, debes llegar acá ahora mismo.- estaba frenético.
-Debbie está en Los Ángeles.

David se calló de pronto.

-Entiendo, les explicaré que tienes un contratiempo y no podrás venir.
-Gracias amigo.
-No agradezcas, me debes una.
-Te debo mil.- escuché cómo golpeaban a mi puerta.- Debo colgar, gracias de nuevo.
-Tú no te preocupes.- corté.

Abrí mi puerta. Era una chica rubia, tenía algo familiar en su mirada, creo recordarla de algún lado.

-¿Sí?
-¿Jack Carlton?
-Si.- enarqué una ceja.
-Soy Ashley Hudson.- esperen, ¿acaba de decir Hudson?- la hermana de Debbie.

Había escuchado hablar de ella. Debbie me había contado sobre ella. Me dijo que era mayor, y que se había venido con un chico a Los Ángeles hace unos diez años ya, y que nunca había regresado.

-¿Cómo sabes que tu hermana está acá?
-Se está quedando conmigo en mi casa.
-Entiendo. ¿Quieres pasar?
-Uhm, no. ¿Porqué no solo llamas a Debbie y le dices que nos vamos?
-Es que... ella está dormida.

Se asombró y abrió una boca enorme.

-Tu y ella...- asumió al escuchar mi frase.
-¿Si yo? ¡Oh no!- no pude evitar reír ante tal conclusión.- Se desmayó.
-¿¡Qué!?- me empujó y pasó al living para encontrarse con la misma imagen que vio Víctor al irse.
-Víctor, que es médico, me dijo que la dejara dormir. Yo solo espero a que despierte por si sola.
-Entiendo.

Se hizo un silencio muy incómodo.

-Así que.- arqueé mi boca.- ¿quieres tomar algo?
-Seguro.

La guié a la cocina y nos sentamos en la mesa de repuesto a tomar un café.
Le pregunté cómo fue que llegó a ganarse a su hermana, porque según como hablaba Debbie de ella, no sonaba muy contenta ni muy amigable.
Ashley poseía este increíble talento para narrar, entregándome cada detalle de una manera tan intrigante que entré tanto en su historia, que perdí la noción del tiempo.
Le serví el tercer café cuando llegó al final, o al menos hasta dónde yo sabía.

-¿Y tú cómo fue que llegaste a la cima?
-Es una larga historia.- admití.
-Tengo tiempo, debo esperar a que mi hermana despierte.
-Si tu lo dices.- estiré mi rostro.- En Hackensack...- me interrumpió una sombra en la entrada de la cocina.- ¡Debbie!- Ashley me coreó.
-Hola.- su voz seguía aletargada por el desmayo.- ¿Qué pasó?

Me incomodé ante esa pregunta, miré directo a Ashley, para ver si ella sería la que respondería, pero no, ella esperaba que fuera yo el que hablara desde ahora.

-Te desmayaste... Perdiste el conocimiento, y Víctor se encargó de ver lo que pasaba.
-¿Quién es Víctor?- demonios, preguntaba solo cosas que no quería responder.
-Un amigo mío, que es doctor.- miré el suelo.

Un engorroso silencio en la habitación.

-Así que.- Ashley rompió el silencio.- ¿Quieres irte a casa?- sonrió.
-No.- respondió mi ex. Tenía una molesta cara de póker.
-¿Por qué?- Ashley tragó saliva.
-Tengo asuntos pendientes con Jack, que me gustaría aclarar de inmediato.- me helé ante su determinación.

Ashley se puso de pie y le sugirió conversar los problemas otro día.

-No, debe ser ahora.- su hermana retrocedió. Yo quería clavar mi cuerpo al suelo. No moverme, ser una estatua.

Me asusté al ver que Ashley salía de la habitación, se despidió y se fue de mi departamento. Debbie se fue a la sala de estar. Con todas mis fuerzas la seguí. Estaba esperándome en el sillón grande dónde antes dormía.
Me senté justo en frente.

-Ok.- suspiré para calmar los latidos de mi corazón.- ¿Qué quieres saber?
-¿Qué significa ésto?

Mis manos sudaban y tiritaban. Por dónde empezar para no herirla. Era imposible, saldría dañada de ésto. Sólo comenzaré por el inicio.

-Significa que en cinco años, las cosas cambian mucho Debbie. Que soy alguien que busca nuevas experiencias, y encontré algunas con las que quise quedarme.
-Jugaste conmigo durante los cuatro años de nuestro noviazgo.- su mirada me calaba los huesos.
-No...- cerré mis ojos para contener las lágrimas.- Yo te amé.- demonios eso suena horrible.- Te amaba.- un poco mejor.- pero la distancia afecta a amor.
-La distancia es al amor, lo que el fuego es al viento. Si es un amor pequeño, la distancia lo apagará. Pero si es un amor grande, la distancia lo avivará, y los amantes se extrañarán.

Volví a respirar hondo, ésta vez funcionó. Me calmé.

-Es cierto.
-¿Entonces?- inquirió de inmediato.
-Entonces...
-Entonces no me amabas lo suficiente.- no me dejó continuar.- Entonces sí jugaste conmigo, entonces éstos cinco años que llevo extrañándote han sido en vano.

¿Me ha extrañado éstos cinco años? Eso me destruyó, me era casi imposible ahora no llorar. Me sentía asqueroso, repugnante. Una mala persona; la peor persona. La amaba, siempre lo haré, pero no puedo romperle el corazón a Víctor.
¿Es que mi vida siempre se llenaría de difíciles decisiones? Primero elegir entre quedarse en un pueblo de mierda, o huir a un futuro mejor, pero con la terrible consecuencia de un corazón roto. Y ahora ésto: romper un corazón, o romper otro. Y por consiguiente, acabar conmigo hecho pedazos.
Volví a tomar una bocanada de aire. No podía llorar.

-No...- abrí mis ojos y la miré directamente.- Entonces si te amé, y pensaba en tí día a día, pero me mató el hecho de que tenías los medios para hablarme, que tenías las maneras exactas para no perder el contacto, y sin embargo, tu puto orgullo no te permitía hablarme más, ¿no es así?

Ok, tal vez me pasé de la raya con esa frase. Aún así, no perdió el tiempo y me refutó.

-¿Y por qué no me llamaste tú? ¿Por qué tú también decidiste perder el contacto?
-¿Y qué tal si te llamaba para volver a pedir disculpas, y tú volvías a decir que no?- ahora lo entendía.- vamos Debbie, ambos cometimos errores aquí. Y ninguno es lo suficientemente humilde para admitirlo. ¿O no?

Tomó aire para decir algo, pero nada salió de entre sus labios. Cerró los ojos y preguntó.

-¿Cómo te diste cuenta que te gustaban los hombres?
-El día de mi cumpleaños, allá en casa de David, estaba yo con tragos de más; me sentía horrible porque mi supuesta novia no fue capaz de llamarme para mi cumpleaños. Todos los hicieron, pero la persona que más amaba en ese momento, no.- finalicé con dolor en mi corazón. Sonreí al recordar que.- entonces conocí a Víctor, yo supe de inmediato que él tenía algo especial. Empezamos como amigos primero, y luego las cosas se dieron por sí solas.

Una pequeña sonrisa se dibujaba en mi cara al recordar esa noche. Comencé a relacionar cosas, y terminé pensando en la historia de Víctor. Nacido y criado en un pequeño pueblo en Arizona, a los diecisiete huyó de su hostil ambiente familiar para estudiar en la Universidad de Phoenix. Al escapar, dejó una chica atrás, completamente igual a mí. La diferencia es que él no pudo alejarse lo suficiente, solo por eso se quedó en su Estado. Para cuando se graduó en medicina, se despidió de su madre, y finalmente se mudó a Los Ángeles. A su ex novia la botó, era una completa perra, admitió.
Le conté un poco de la historia a Debbie, para quebrar el molesto silencio de la habitación.

-Yo creo que sólo fuiste malvada conmigo.- finalicé mi relato con esa frase. Mi corazón se asqueó de mí, y mis increíbles mentiras. Necesitaba alejarla.

Me quedé sereno, esperando su furia. Estaba dispuesto a aceptarla; creo que siempre lo estuve.

-Tú también me hiciste sufrir Jack.- comenzó a sollozar.- Pero creeme, yo nunca, en éstos cinco años he dejado de amarte, todos los días de mi vida, he pensado en ti, he visto como te haces mas y mas famoso y he llegado a pensar que me amabas igual que antes. Qué tonta, ¿no?

Me fue difícil mantener la compostura con esa frase. Cerré mis ojos de nuevo, para contener las lágrimas. El dolor en mi pecho era demasiado, tenía que llorar.

-Tú... eres mi vida... sigues siéndolo, seas homosexual, o heterosexual, no me importa, porque yo sé que eres mi persona, eres el único que ha hecho que me sienta así, no hay nadie en la tierra que me haga pensar lo contrario.- me miró directamente mientras las lágrimas pasaban mudas hacía su boca de cristal.- puedes continuar con tu vida, ser famoso; pero quiero que sepas, que siempre estaré aquí para ti.

Se levantó, pasándose las manos por la cara. Yo mantuve mi cabeza gacha. Hizo una especie de reverencia y desapareció por la sombra del pasillo. Escuché sus pasos alejarse en la lejanía.
Mi cuerpo, paralizado, sin saber que hacer realmente, cualquier movimiento podría inspirar un mar de lágrimas.
No podía más, mis cejas se arquearon y simplemente me acosté a llorar.
Recapacité cada posibilidad, me dolía la cabeza por tan pocas opciones que tenía. Pensaba en Víctor, en mi carrera, en Debbie, en nuestro amor; me tenía mal su disposición a nunca abandonarme, su capacidad de perdón era inconcebible.
Escribí una pequeña nota a Víctor: "Regreso más tarde cariño. Te amo. J"
Tomé las llaves de mi auto y sin tiempo para esperar el ascensor, desaparecí tras las calles de Los Ángeles.

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